La llegada al pais de los restos del General de División
don Emilio Korner
Se encuentran ya en tierra chilena los restos de uno de los más
ilustres servidores de nuestro Ejército: el General don Emilio Korner.
A medida que pasan los años desde que él dejó de pertenecer a
nuestra Institución, más se acrecienta su obra y su figura se destaca
cada vez con mayores relieves.
En el año próximo harán 40 años desde la venida al país del
General Korner. El Gobierno del Presidente Santa María, recién
terminada la guerra del Pacífico, estimó que nuestro Ejército, aunque
se había cubierto de gloria en esa memorable jornada, necesitaba
modernizarse y organizarse, según las experiencias que ella nos
había dejado, tomando por modelo algún ejército europeo. Al efecto,
el Gobierno puso sus miradas en Alemania, cuya institución militar,
después de las campañas contra el Austria y Francia, se destacaba
entre las más perfectas de la Europa. Además, el Gobierno chileno
ya había palpado, en el progreso general del país, las grandes cualidades
de la raza alemana y sus facilidades de adaptación, pues el
Presidente don Manuel Montt inició una poderosa corriente emigratoria
desde Alemania, que, a la época que nos referimos, ya había
empezado a dar ópimos frutos, llevando gran parte de la prosperidad
al Sur de nuestro país; los osados y progresistas emigrantes
alemanes, en pocos años de permanencia en Chile, dedicándose a
las tareas agrícolas, industriales y educacionales, lograron dar impulso
a ciudades que, como Valdivia, Puerto Montt y Osorno, entre
otras, empezaron a destacarse por su progreso y desarrollo.
Nuestra Legación en Berlín, cumpliendo instrucciones del Gobierno,
contrató en 1885 los servicios del capitán prusiano de arti-
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llería, don Emilio Korner. Tenía este oficial brillantes antecedentes.
Ingresó al Ejército en el Regimiento de Artillería de Campaña
N.° 4, en los mismos días de la campaña con Austria, en 1866; pero
no alcanzó a tomar parte en ella, pues aunque debió su unidad
transladarse al teatro de operaciones, recibió contraorden, a causa
del rápido desenlace de esa guerra. En la guerra franco prusiana, a
pesar de sus pocos años de servicios, actuó como Comandante de
Batería, por cuyo desempeño se le concedió la Cruz de Hierro. Terminada
la campaña ingresó, siendo Teniente 1.°, a la Academia de
Guerra de Berlín, tocándole ocupar uno de los primeros lugares,
junto con el Mariscal Hindenburg y el General Meckel, el célebre
reorganizador del Ejército japonés.
Terminados sus estudios en el más importante plantel de educación
militar que tenía Alemania, fué comisionado por el Jefe del
Gran Estado Mayor, el Feld-Mariscal Moltke, para hacer viajes de
estudio en Francia, Italia, España y Rusia.
Cuando fué designado, en 1885, para prestar sus servicios en
Chile, era profesor de táctica, historia militar y balística de la Escuela
de Artillería e Ingenieros de Charlottenburg.
Llegado a Chile, fué destinado a la Escuela Militar, donde le
cupo actuar desde el primer momento en forma descollante. Era en
aquel tiempo Director de la Escuela el ilustre General don Luis Arteaga,
quien acogió con todo entusiasmo la cooperación de Korner.
Se empezó por reformar el plan de estudios y después se crearon
cursos de oficiales alumnos, para especializarlos en las diversas,
armas.
Se puede decir que la mayoría de nuestros actuales Generales
y Coroneles, y los más antiguos de los Tenientes-Coroneles, iniciaron
su carrera militar bajo la sabia enseñanza de esa escuela, que
venía a cambiar desde sus cimientos los métodos de instrucción y de
trabajo que imperaban antes en nuestro Ejército. Como un exponente
del grado de perfeccionamiento alcanzado en aquel entonces
por la Escuela Militar, también en los ramos científicos, se puede
citar el caso de numerosos profesionales civiles que han descollado
en el país en el último cuarto de siglo y que hicieron sus estudios
en ese establecimiento.
En 1887 el Supremo Gobierno acordó, a iniciativa de Korner,
fundar la Academia de Guerra, nuestra Universidad Militar, destinada
principalmente a formar al Oficial de Estado Mayor y al personal
para los Comandos Superiores. Era esta una verdadera necesidad
que se dejaba sentir en el Ejército, pues la guerra del Pacífico
había dejado de manifiesto que era necesario tener en la paz una
organización que correspondiera a las necesidades de la guerra; en
aquella ocasión solo se disponía de unidades sueltas, todas dependientes
directamente de la Inspección General del Ejército, de tal
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modo que los Comandos Superiores hubieron de improvisarse durante
la guerra misma.
En la Academia de Guerra como en la Escuela Militar, Korner
contó con la cooperación entusiasta de uno de los jefes que más
contribuyeron a la reorganización de nuestro Ejército: el entonces
Sargento Mayor, don Jorge Boonen Rivera. La acción de ambos no
sólo se concretó a la enseñanza de nuevas generaciones de oficiales,
sino que, venciendo toda clase de dificultades, redactaron o tradujeron
interesantísimas obras sobre historia militar, táctica, fortificación,
etc., a fin de difundir en la oficialidad el amor por el estudio
de los ramos más elementales del arte militar.
La guerra civil de 1891 dió ocasión a Korner para actuar en
primera línea, pues el partido del Congreso lo designó Jefe del Estado
Mayor; fué el alma del Ejército Constitucional y a él se debió
en gran parte el triunfo de ese partido. Valiéndose solamente de un
reducido número de oficiales, entre los que figuraban muchos de sus
discípulos, tuvo que improvisarlo todo en pocos meses; pero Korner,
con su actividad extraordinaria, logró formar un ejército que obtuvo
el triunfo, debido a los nuevos procedimientos tácticos que introdujo
y al buen aprovechamiento que se hizo de las armas de repetición,
que se empleaban por primera vez en el mundo.
Terminada la revolución del 91 y ascendido a General, pasó
Korner a ser el verdadero Jefe de nuestro Ejército, con el título,
primero, de Jefe de Estado Mayor y, después, de Inspector General
del Ejército.
Por la bondad de su carácter, su inteligencia, su ilustración en
el sentido más amplio de la palabra y su gran capacidad de trabajo,
Korner se captó las simpatías generales, no solo dentro del Ejército,
sino que en el país entero, siendo altamente apreciado en todos los
círculos sociales dirigentes del país y en el pueblo que le dispensaba
su cariño.
Desde el primer puesto del Ejército, el General Korner desarrolló
una labor intensa a fin de cimentar la disciplina e instrucción
en el nuevo Ejército, nacido en la revolución, dedicándole especial
atención a la instrucción de oficiales. En pocos años se pudo constatar
una transformación completa en los métodos de instrucción
del Ejército, adaptándola más a las exigencias de la guerra, pues se
le imprimió un carácter netamente práctico.
En 1895, el Presidente de la República, Vice-Almirante don
Jorge Montt, queriendo imprimir mayor desarrollo y eficacia a la
evolución que se operaba en el Ejército, encomendó al General Korner
la misión de contratar en Alemania alrededor de treinta oficiales
instructores. Llegados al país, estos oficiales fueron repartidos en
los establecimientos militares de enseñanza y en los cuerpos de
tropas.
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Esto coincidia con la introducción de los nuevos reglamentos
tácticos, cuya aplicación enseñaron. Quedan aún en Chile dos de
estos distinguidos oficiales: el uno que formó aquí su hogar, prestando
veinte años de buenos servicios, Coronel asimilado don
Hans Bertling, y el otro, de igual grado, que desde hace treinta años
colabora inteligentemente en el levantamiento de Ja carta militar de
la República, don Félix Deinert.
Una de las reformas de mayor importancia que logró introducir
el General Korner en el país, fué la implantación del servicio
militar obligatorio, institución esencialmente democrática que, junto
con cooperar eficazmente a la defensa nacional, contribuye en forma
decisiva a la mayor instrucción y cultura del pueblo.
El General Korner obtuvo su retiro del Ejército en abril de
1910, después de haber prestado veinticinco años de brillantes servicios
a nuestra Institución.
Los progresos realizados por el Ejército durante los cuarenta
últimos años, es decir, desde la terminación de la guerra del Pacífico,
son numerosos. Acabábamos de salir en aquel entonces de una
guerra gloriosa, llena de hechos heroicos, que habían llamado la
atención del mundo entero. La disciplina de ese Ejército era magnífica
y cada uno de sus miembros estaba animado del más puro patriotismo;
sin embargo, ni la organización de tiempo de paz, ni la
forma como se desarrollaba la instrucción correspondían a las exigencias
de la guerra, pues la campaña misma, que acababa de llevarse
a cabo, demostró que la improvisación había sido su característica
y que hubo necesidad de crearlo todo durante el transcurso
mismo de las operaciones.
De entre la obra realizada por el General Korner en nuestro
Ejército se destaca en forma muy especial el hecho de haber formado
una oficialidad homogénea, entusiasta por el servicio y animada
de grande espíritu de trabajo. Toda ella, casi sin excepción, ha
pasado por la Escuela Militar, lo que constituye una de las diferencias
más marcadas con la organización antigua, en que los oficiales
salidos de ese establecimiento solo constituían un reducido número.
En la Historia de Chile y, en especial, en la de nuestra Institución,
figurará el nombre del General Korner con letras de oro, como
uno de los más ilustres servidores del país. Al pedir en sus últimos
momentos que sus restos fueran traídos a Chile, Korner puso una
vez más en evidencia el cariño que profesara a su tierra adoptiva!
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